LA PROCESIÓN



ORDEN DE LA PROCESIÓN


La procesión comienza con los CRUZADOS, son 10, llevan capa y manguitos blancos, donde está grabado el emblema de la Hermandad, son los únicos participantes que tienen el privilegio de llevar el emblema en los manguitos. Desfilan en posición de Delta y cada uno de ellos porta una bandera con el emblema de la Hermandad. En determinados momentos de la procesión realizan el Cruce de Banderas y al llegar a la Plaza de España se sitúan, en línea, delante de la fachada del Ayuntamiento para rendir los honores al Cristo, a Nuestra Señora de las Lágrimas y a la Piedad.

CRUZ GUIÓN, es portada por un hermano (turnándose con otro), sus portantes lleva el hábito normal de la Hermandad, complementado con manguitos blancos. Cuando la procesión retorna a la Plaza de España y hasta la Iglesia, la Cruz Guión la encabeza.

A partir de la Cruz Guión se inician dos filas de HERMANOS ataviados con el hábito, que consiste en túnica negra, con faja y caperuzo blancos, en el caperuzo llevan el emblema de la Hermandad, una cruz latina negra, el hábito se complementa con guantes blancos y zapatos negros. Todos portan un hachón encendido, que la Hermandad regala a todos los Hermanos que desfilan en la procesión.

A continuación procesionan las CRUCES DE PENITENCIA, el primer grupo está formado por 5 parejas, los penitentes que las portan llevan el hábito de la Hermandad.

EL ESTANDARTE, incorporado a la procesión en su 50 aniversario, es portado por un Hermano que lleva el hábito de la Hermandad, complementado con capa y manguitos blancos. A los flancos del Estandarte desfilan dos niños, vestidos igual que el portante del Estandarte, y que llevan dos pequeños estandartes negros con las iniciales “H” y “S” (Hermandad del Silencio), bordadas en blanco.

Tras el estandarte aparecen otras 5 parejas de cruces penitentes.

El primer paso que procesiona es el CRISTO DEL SILENCIO, el más antiguo, los portantes, que son dos turnos de 16, llevan el hábito de la Hermandad, sustituyendo el caperuzo normal, por uno en forma de verdugo. Detrás del Cristo y acompañándole, encontramos al HERMANO MAYOR DE HONOR, máximo privilegio que la Hermandad otorga. Los Hermanos Mayores de Honor, pueden ser o no Hermanos del Silencio, su nombramiento es acordado por la Junta de la Hermandad por mayoría; los elegidos son personas vinculadas o a Alcañiz, o a la Semana Santa o a la Hermandad. Tanto el Hermano Mayor de Honor, como el de Turno, llevan el hábito de la Hermandad con una empuñadura de puntilla blanca en las mangas, privilegio que les acompañara el resto de su vida, el hábito se acompaña de una capa ribeteada con bordados en negro; en su caperuzo sustituyen la cruz latina negra por el emblema bordado en oro de la Hermandad. Cada uno de los Hermanos Mayores de Honor y Turno portan un Cetrillo, rematado con el escudo de la Hermandad en plata. Van escoltados por dos niños con  estandartes pequeños.

LA BANDA DE TAMBORES, está formada por un Tambor Solista, 27 tambores de piel y 9 timbales; los componentes llevan el hábito de la Hermandad y manguitos blancos. Los tambores van engalanados en negro con la cruz latina en blanco. El actual cabo del Silencio es Eduardo Bardavio, otros cabos han sido, por orden de antigüedad: José Viruete, Jesús Pérez, Emilio Broc y Ángel Martínez.
La Banda, a indicación del Presidente de la Hermandad, comienza sus toques dentro de la Iglesia y son los únicos que se incorporan a la procesión saliendo por la puerta principal, colocándose entre el Cristo y Nuestra Señora de las Lágrimas, para posibilitar que su sonido sea escuchado por todos los Hermanos, así de esta forma el ritmo de los tambores sirve para marcar el ritmo de la Procesión. Poco antes de finalizar el desfile se sitúan delante del Cristo, entrando en la plaza de España precediendo y anunciando la llegada del paso titular de la Hermandad. En la Plaza se colocan en fila delante de la Lonja gótica y dejan de tocar en señal de respeto y duelo al paso de las imágenes.

NUESTRA SEÑORA DE LAS LÁGRIMAS: es portada por dos turnos de 16 Hermanos y un cabo, Alfredo Barberán, que los dirige. Estos portantes llevan el hábito de la Hermandad y en su caperuzo llevan bordada una cruz blanca. Tras la Virgen se sitúa el HERMANO MAYOR DE TURNO, que es elegido un año por orden de antigüedad y otro año por sorteo, dando así la posibilidad a todos los hermanos del Silencio a participar de una experiencia muy entrañable para todos los que formamos la Hermandad.

Detrás del Hermano de Turno hay otras 5 parejas de Cruces penitentes.

LA PIEDAD DEL SILENCIO, nos acompaña desde el año 2007, es portada por dos turnos de 16 personas y un cabo Ángel Lasmarías, estos portantes llevan en su caperuzo una cruz blanca y una corona de espinas.

EL SACERDOTE, se sitúa detrás de la Piedad, es la única persona que desfila con la cabeza descubierta y va flanqueado por dos niños con estandartes pequeños.

LA JUNTA RECTORA: al final de la procesión, tras el resto de los Hermanos, desfilan los miembros de la Junta, que complementan el hábito de la Hermandad con una capa blanca, llevan bordado en oro el emblema en el caperuzo y cada uno de ellos portan un cetrillo con el Escudo.

Cierran la procesión 10 ANTORCHEROS que desfilan en formación Delta y que van vestidos como el resto de los participantes, además de una capa y manguitos.

La procesión está organizada por 20 CETRILLEROS, que visten el hábito de la Hermandad, llevan el caperuzo tipo verdugo.


   EL CRISTO DEL SILENCIO   


Es una talla de madera tamaño natural, realizada en pino melis. Recoge la tradición de la iconografía de los Cristos crucificados, que se remonta principalmente al Renacimiento y al Barroco. Representa la imagen de un Cristo ya muerto, descolgado por su propio peso en la Cruz y siguiendo la visión de Santa Brígida, con cuatro clavos, al igual que el Cristo de Velázquez, cuya difusión en el siglo XVII fue muy importante. El autor para sus encargos más tradicionales recogerá esta tradición heredada de la imaginería barroca, renunciando al estofado y policromado de la pieza. Utiliza de manera sutil el color, dejando transparentar el veteado del material y confiriendo a la pieza una gran    modernidad.

El primer año que salió nuestro Cristo a la calle (1955), se apoyaba en una especie de muletas que se iban rompiendo conforme la procesión avanzaba, debido al peso de la talla.

En el año 1956 se acordó en Junta Ordinaria imponer el nombre de “Nuestro Padre Jesús Crucificado”.

Uno de los actos más entrañables, por la cercanía al Cristo, se produce cuando se le desciende de su altar y se le pasa a la peana: esfuerzo, ilusión, nerviosismo, entusiasmo y alguna lágrima al contemplarlo tan de cerca.

El escultor: José Bueno Gimeno (Zaragoza 1884- Madrid 1957) es uno de los escultores aragoneses más importantes de la primera mitad del siglo XX. Su formación se inicia en la Escuela de Artes y Oficios de su ciudad, sigue en Madrid en el taller del escultor Aniceto Marinas y concluye como pensionado del gobierno español en la Academia Española de Bellas Artes de Roma. Obtuvo Medalla de Primera Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes en 1924.

El Altar: El 7 de abril de 1990 se inauguró y bendijo el Altar dedicado al Cristo. El autor del proyecto, Rafael Anglés, dice: “en su conjunto, todo el monumento representa y simboliza, como medida de sentimiento y respeto personal de la Hermandad: EL GRAN ABRAZO DE LA HERMANDAD DEL SILENCIO A SU CRISTO”: El Cristo, amparado por una mampara protectora, simboliza un fundido abrazo del hombre con el Hombre, participando en Su Dolor y las 7 vigas de hormigón representan las últimas palabras, llenas de humildad, resignación y caridad hacia Su padre, Dios.

… la hermosa imagen del Cristo crucificado me evoca una de las dimensiones más profundas del misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo: el silencio de Dios. (Jesús Jaime)
… su Cristo del Silencio,… a quien se pueden aplicar las palabras del poeta: silencio, desnudez, quietud y noche te revisten, Jesús… (José Alegre).
… el Cristo del Silencio llega a la plaza, impregnada por el aroma de romero y tomillo, todos los tambores callan, las gentes guardan riguroso silencio y el Cristo recorre la plaza,  solo se oye el crujir de la peana… (Eduardo Bardavío).
… Ay, Cristo del Silencio, para escuchar al hombre te quedas tan callado, tan inmóvil, tan quieto…Tu silencio es aceite amansando la herida del corazón humano, muerto de sed de amor ( Edilio Mosteo),
... Santísimo Cristo que esta procesión de tu Hermandad del Silencio, no terminé aquí. Que continúe todo el año. Que todos nuestros pasos estén dentro de un orden parecido al que hemos llevado esta noche… (Protocolo de la Hermandad del Silencio).




NUESTRA SEÑORA DE LAS LÁGRIMAS


Imagen de vestir con rostro y manos de madera tallada, policromada después, mediante carnaciones que asemejen un rostro y unas manos naturales. Para enriquecerla y darle más veracidad sus ojos son de cristal y se introducen ahuecando la mascarilla y fijándolos en el globo ocular. Para conseguir un mayor efectismo de dolor, se le añaden siete lágrimas cristalinas superpuestas en las mejillas, de ahí, que la Virgen porte en su mano un pañuelo para enjugarlas. Es una imagen de tamaño natural de alrededor de 1,65 m.

La Hermandad del Silencio, creada en 1952, acoge este proyecto innovador con la valiente propuesta del escultor José Bueno.

Nuestra Señora de las Lágrimas fue un encargo del Ayuntamiento de Alcañiz para las Esclavas de la Soledad y por motivos que desconocemos, esta “querida Virgen”, para los Hermanos del Silencio, fue adquirida por nuestra Hermandad para que acompañase al Cristo del Silencio.  Su compra fue aprobada en Capítulo General el día 22 de enero de 1956 y ese mismo día se le puso el nombre que todos conocemos.

Esta imagen rompe con la iconografía tradicional de las vírgenes dolorosas muy del gusto de esta zona, cuyo rostro adolescente no corresponde con la edad real de María, cuyo hijo muere a la edad de 33 años. Nuestra Señora de las Lágrimas tiene un rostro de mujer adulta roto por el dolor de la muerte de su Hijo amado.

Lleva la túnica del Silencio y un gran manto en terciopelo de seda, bordado en oro.  Si la tarea de Jesús es la “salvación”, a María le corresponde la “intercesión”, la lectura iconográfica del manto quiere decir que la Virgen acoge bajo él a todos los hombres, sean laicos o religiosos. Las Actas de la Hermandad recogen las siguientes noticias con relación al manto de Nuestra Señora de las Lágrimas:

“Junta Ordinaria de 27 de febrero de 1957: se abre una suscripción de alhajas para enriquecer el manto de Nuestra Señora de las Lágrimas”.
“Junta Ordinaria de 18 de enero de 1959”: se encarga el diseño del manto a las Reverendas Madres Dominicas”.
“Capítulo General de la Hermandad del Silencio de 19 de febrero de 1967: en el bordado del manto de Nuestra Señora de las Lágrimas se han gastado desde el año 1963 hasta hoy la suma de 96.500 pesetas”.


 En la cabeza lleva una mantilla de seda blanca bordada también en oro, siendo una donación.  Los pendientes de la Virgen son de amatista de diseño sudamericano y fueron donados por un alcañizano ausente.

El Palio de Nuestra Señora de las Lágrimas fue comprado tras un acuerdo en Junta Ordinaria el 16 de noviembre de 1956. La Hermandad adopta la imagen de la Virgen dolorosa bajo palio, inspirándose en las vírgenes dolorosas sevillanas. En este caso se opta por un color negro con poca decoración en contraposición a la escuela de bordados sevillana que se caracteriza por más ornamentación y variedad de color. El palio se cimbrean al ritmo marcado por el paso de los portantes, un balanceo que se acentúa mediante el moviendo de los flecos y las borlas, que resaltan el efecto lumínico producido por los brillos y reflejos.  Es la primera de las imágenes, en todo el Bajo Aragón, que lleva Palio.

Las primeras Juntas de la Hermandad realizaron un Protocolo muy extenso en el que fluían las ideas, algunas han perdurado hasta nuestros días y otras se realizaron solamente un año, como fue la idea de perfumar la procesión con fumigadores de la época con colonia de espliego durante toda la procesión, para acompañar el paso de Nuestra Señora de las Lágrimas. Posteriormente se sustituyó por el conocido tomillo y romero que se echa en la plaza de España y calles aledañas al paso de la procesión. Otras de las ideas de aquella Junta que ha llegado hasta nuestros días es la adornar la peana con claveles blancos que luego son entregados a todos los Hermanos que salen en la procesión.





PIEDAD DEL SILENCIO


En el año 2007, bajo una intensa lluvia, salió por primera vez a la calle la Piedad del Silencio.

Es una obra del escultor Pedro Noguera, recoge la iconografía barroca de los grupos escultóricos formados por la Virgen María conteniendo en su regazo el cuerpo yacente de su hijo muerto, tras el descendimiento de la cruz. Este tipo de iconografía plasma el sentimiento religioso, cuyo objetivo es conmover al fiel y hacerle partícipe de los tormentos de la Cruz.

En este paso, Noguera, como buen escultor murciano, recoge la tradición barroca de Salzillo, inspirándose en conjuntos escultóricos del siglo XVI y XVII, como la Piedad de Juan de Juni y la de Gregorio Fernández, ambas en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Otros ejemplos de obras contemporáneas y de inspiración mucho más directa son la Virgen del Baratillo de Sevilla y la Piedad de Teruel, en ambas opciones la parte escultórica afecta a la anatomía de la figura de Cristo y al rostro y manos de la Virgen.

Podemos decir que esta obra, La Piedad del Silencio, se enmarca dentro de la corriente tradicional de escultura religiosa heredera de los modelos barrocos y clasicistas de los siglos XVII y XVIII, teniendo una proyección a lo largo de los siglos XIX y XX. Igualmente el escultor tuvo en cuenta el estilo de los otros pasos de la Hermandad, inspirándose especialmente en el rostro de Nuestra Señora de las Lágrimas para modelar el rostro de la Piedad.

El proceso de realización de la obra es el siguiente: primero el modelado en barro del rostro y de las manos de la Virgen y el cuerpo del Cristo, posteriormente se realizaron los moldes y las copias en escayola y después, mediante el sacado de puntos, se pasa a madera de tilo. Finalmente se policroman las encarnaduras y el paño de pureza del Cristo.

El Cristo yacente es una talla de bulto redondo que se adapta al regazo de la Virgen. Para ello el escultor realiza un estudio anatómico del natural, inspirado en su propio hijo. El rostro de la Virgen tiene elementos como  ojos y lágrimas de cristal y pestañas que realzan su naturalismo. Va vestida de terciopelo negro con el cíngulo blanco, distintivo de la Hermandad, se complementa con mantilla de blonda blanca, pendientes y broche de alcañizana en plata y manto  bordado en oro con pasamanería. El sudario es una sábana de lino antiguo con puntilla de encaje de bolillos. Todo el conjunto está rematado con una cruz de madera, igualmente con sudario.

El trono o peana de la Virgen fue realizado por el mismo taller de artesanía de Pedro Noguera, es en madera tallada policromada en rojo y pan de oro con los motivos distintivos de la Hermandad. Cuatro faroles exclusivos de artesanía toledana, de cristal emplomado, elaborados en los Talleres Hijos de Ponciano, complementan la peana. Las andas, en terciopelo negro, llevan bordado en oro el emblema de la Hermandad del Silencio y el escudo de la ciudad de Alcañiz.

La Piedad del Silencio fue bendecida el Domingo de Ramos de 2007 por el párroco de Alcañiz D. Jesús Jaime, que gustosamente nos cedió una capilla de la Iglesia de Santa María para poder contemplarla durante todo el año. El arreglo de la capilla de la Piedad fue aprobado por patrimonio y siguiendo sus instrucciones fue realizada por el carpintero José Antonio Pascual Lizana, es de madera de pino barnizado y pendiente de su colocación está el emblema de la Hermandad, en madera de pino policromada en pan de oro, rodeado por un marco antiguo de madera de boj de principios del siglo XX, donado por el carpintero.


La realización de este conjunto escultórico es la materialización de un sueño que durante años tenía pendiente la Hermandad. Reto difícil por el dinero que había que invertir.

No dudamos que todos los Hermanos del Silencio, así como todos los alcañizanos y visitantes año tras año estamos aprendiendo a querer este nuevo paso, que engrandece a la Hermandad del Silencio y a toda la Semana Santa de Alcañiz.